Carretera
No querer llegar nunca.
Disfrutar. Experimentar. Descubrir.
Un ciclista de ruta no pierde jamás el hambre de kilómetros. Las grandes distancias y los puntos lejanos son su plato favorito.
Para el ciclista el camino es el objetivo. Ya sea por serpenteantes carreteras de montaña o por interminables rectas. Desafiando la inmensidad de las ascensiones a las cumbres más míticas o por remotas rutas sin transitar, cuando el calor del asfalto hace transpirar cada poro o el frío agarrota las manos y graba la dureza de este deporte en el rostro.
A través de la competición vive una montaña rusa de sensaciones. La adrenalina corre por las venas, el pulso se acelera hasta el límite y la concentración fusiona su cuerpo y su bicicleta. El aire vibra y el placer de pedalear encuentra su punto más álgido.
Eludir el desafío sería acobardarse ante un puente levadizo que conduce a un reino mágico, a una tierra de maravillas en la que no encontraras brujas ni dragones, pero en la que las ruedas de una bicicleta te mostrarán el elevado y sinuoso camino hacia la euforia más pura.
No hay que tratar de entenderlo, hay que vivirlo